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LUMEN DE VAMPIRIS P8

 



En ese momento, al otro lado del mundo, El Arcángel Gabriel recibía a su símil el Arcángel

Miguel, quien alertado por la muerte de Namael en la reciente batalla contra los demonios, fue a buscar respuestas sobre la falta de acción de las fuerzas celestiales para ayudar a Ana.

-      ¿Qué ha pasado Gabriel? ¿Por qué dejasteis que se lleven a la criatura de luz? ¿Habéis perdido la cabeza acaso? Los querubines ya se enteraron y están preparando una audiencia sobre tus actos y la pérdida de nuestro querido Namael. –pronunciaba el Arcángel Miguel profundamente alterado.

 

-      Te voy a pedir que te tranquilicéis Miguel, entiendo tus cuestionamientos, sin embargo, todo tiene una respuesta -

 

-      ¡Entonces explícame porque no entiendo nada! En esta batalla los únicos que hemos perdido hemos sido nosotros. Se han llevado a la criatura de luz y ahora los vampiros terminarán el ritual del heredero de Agarus.

 

-      Efectivamente culminaron el ritual del heredero de Agarus, sin embargo, no hemos perdido mi querido Miguel. Cuando trajeron a la criatura de luz descubrí que en su alma yacía ya oscuridad, los poderes del joven vampiro estaban haciendo efecto en ella. Sin embargo, aún su luz interior era mucho más poderosa, si culminaban el ritual, ella acabaría con el vampiro antes que éste pudiera regresar a su castillo. -

El Arcángel Miguel lo escuchaba con atención, se mostraba escéptico ante lo que Gabriel le decía. - ¿Queréis decir que dejasteis que se lleven a la criatura a propósito? -

-      Si queréis verlo de esa forma, pues te diré que sí. Decidí dejar que se la lleven para que la muerte de Namael no sea en vano. Si los vampiros, ayudados por Lucifer querían una batalla, solamente les envié a nuestra guerrera, a quien subestimamos todos, por cierto -.

 

-      ¿Y Qué pasará ahora? – cuestionó Miguel.

 

-      Bueno, eso ya lo he resuelto. He llamado al guardián de la oscuridad. A quien le pediré que nos ayude a determinar el destino de ambos jóvenes. -

 

En ese instante, detrás de ellos, aparecía un enorme lobo negro de nombre Vikingo, en él llegaba Itara, el guardián de la oscuridad, por cuyo reino pasaban las almas desterradas, los ángeles expulsados, los demonios rechazados y los vampiros que morían con luz en su corazón.

Itara llevaba un enorme tridente negro que combinaba con sus vestiduras, de contextura ancha y musculosa, Itara era mucho más alto que los arcángeles. Su rostro y demás extremidades dejaban ver grandes cicatrices que recordaban a quienes las veían, las innumerables batallas que había librado con todo tipo de seres a lo largo de su vida.

Cuando llegó frente a los dos arcángeles, haciendo una reverencia, les habló. - Es un placer poder ayudaros. Pensé que se demorarían un poco más en llamarme-.

 

-      Esto es sumamente grave Itara, sabéis por qué estáis aquí- replicó incómodo Gabriel. – ¿Tienes a la criatura?

 

De forma burlona, Itara hizo un ademán a su enorme lobo, que, agachándose, dejó ver el cuerpo de Ana sobre su lomo.

 

Miguel sorprendido, ¿preguntó – Es acaso nuestro ser de Luz?, ¿cómo habéis logrado traerlo hasta acá?

 

Itara de forma complaciente, empezó a explicar: - El Arcángel Gabriel me había informado ya sobre lo que estaba pasando, así que he ido al portal del infierno donde estaban realizando el ritual. Y todo ha salido, tal como me lo ha indicado - dijo mirando a Gabriel. – La luz de vuestra criatura ha acabado con el heredero de Agarus. Y ella lógicamente ha muerto también. –

 

-      ¿Qué pasará con el vampiro? – repuso Gabriel.

 

-      He hablado con ellos antes de venir hacia acá. - los arcángeles cruzaron miradas nerviosas, Itara prosiguió.

 

-      Agarus y su mujer buscarán otro heredero a la élite. Los demonios que los acompañaban trataron de llevarse el cuerpo del vampiro, pero se los he impedido. No les servirá de nada, un alma de luz en el infierno. ¿Vosotros lo creéis? Dijo sonriente – El cuerpo del vampiro se ha desvanecido. -

 

-      ¿Cómo es eso posible? Dijo Miguel. Gabriel, escuchaba de forma pensativa. Analizando lo que decía Itara.

 

-      La luz siempre puede con la oscuridad, eso lo sabéis bien. – Cuando el vampiro murió, la luz de su alma y su cuerpo, simplemente eliminaron la oscuridad que poseía, que estaba en todo su ser. –

 

-      Tiene sentido -, repuso Gabriel. - ¿Y la criatura de luz? –

 

-      En estos casos, correspondería llevarla conmigo, debería pagar una condena infinita en la oscuridad. –

 

-      No ha sido culpa suya. Nos hemos confiado demasiado y la dejamos sin protección en la tierra. Es culpa nuestra. - Replicó Gabriel.

 

-      Así es -, dijo Itara. – y por esa situación, se la devuelvo. No la necesito conmigo por ahora. Llévenla a la tierra y que sea sepultada como una humana junto a su padre.-

 

-      Así lo haremos Itara. – contestaron al unísono los arcángeles.

 

 

El guardián se retiró, dejando atrás a los arcángeles y a Ana, que ya había sido colocada en un ataúd.

 

-      Nosotros mismos la sepultaremos – Dijo Miguel. Es lo menos que podemos hacer por esta alma indefensa.-

 

Esa tarde llevaron el ataúd con Ana al camposanto donde estaba enterrado su padre, en la tierra. Realizaron una pequeña ceremonia y los Arcángeles regresaron a sus aposentos, convencidos de que todo había terminado ya.

-      Que la paz regrese a nosotros y a todos los seres del universo. – expresó Gabriel.

-      Amén – respondió el otro arcángel.

 

A tres metros bajo tierra, el cuerpo de Ana yacía, todo era silencio y oscuridad. Los sueños e ilusiones de una joven estudiante, se habían frustrado una noche al encontrarse con un atractivo joven que solo buscaba terminar con ella. Y lo había logrado, Ana había muerto.

 

… ¿o no?...

 

Al dar el reloj la media noche, Ana abrió los ojos, que ya no eran marrones, ahora estaban teñidos de un rojo intenso. Sus uñas habían crecido sorprendentemente. Ana sonrió. Unos hermosos colmillos se dejaban ver en su rostro.

 

-      Esta es mi historia y aún no ha terminado – dijo – mientras escribía con el filo de sus largas uñas en la madera del ataúd donde se encontraba.

 

“Lunes, bajo tierra.

 

12.30pm.”

 

 

FIN. 

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