En ese momento, al otro lado del mundo, El Arcángel Gabriel recibía a su símil el Arcángel
Miguel, quien alertado por la muerte de Namael en la reciente batalla contra los demonios, fue a buscar respuestas sobre la falta de acción de las fuerzas celestiales para ayudar a Ana.
- ¿Qué
ha pasado Gabriel? ¿Por qué dejasteis que se lleven a la criatura de luz? ¿Habéis
perdido la cabeza acaso? Los querubines ya se enteraron y están preparando una
audiencia sobre tus actos y la pérdida de nuestro querido Namael. –pronunciaba
el Arcángel Miguel profundamente alterado.
- Te voy
a pedir que te tranquilicéis Miguel, entiendo tus cuestionamientos, sin
embargo, todo tiene una respuesta -
- ¡Entonces
explícame porque no entiendo nada! En esta batalla los únicos que hemos perdido
hemos sido nosotros. Se han llevado a la criatura de luz y ahora los vampiros
terminarán el ritual del heredero de Agarus.
- Efectivamente
culminaron el ritual del heredero de Agarus, sin embargo, no hemos perdido mi
querido Miguel. Cuando trajeron a la criatura de luz descubrí que en su alma
yacía ya oscuridad, los poderes del joven vampiro estaban haciendo efecto en
ella. Sin embargo, aún su luz interior era mucho más poderosa, si culminaban el
ritual, ella acabaría con el vampiro antes que éste pudiera regresar a su castillo.
-
El
Arcángel Miguel lo escuchaba con atención, se mostraba escéptico ante lo que
Gabriel le decía. - ¿Queréis decir que dejasteis que se lleven a la criatura a
propósito? -
- Si
queréis verlo de esa forma, pues te diré que sí. Decidí dejar que se la lleven
para que la muerte de Namael no sea en vano. Si los vampiros, ayudados por
Lucifer querían una batalla, solamente les envié a nuestra guerrera, a quien
subestimamos todos, por cierto -.
- ¿Y Qué
pasará ahora? – cuestionó Miguel.
- Bueno,
eso ya lo he resuelto. He llamado al guardián de la oscuridad. A quien le
pediré que nos ayude a determinar el destino de ambos jóvenes. -
En ese instante, detrás de ellos, aparecía
un enorme lobo negro de nombre Vikingo, en él llegaba Itara, el guardián de la
oscuridad, por cuyo reino pasaban las almas desterradas, los ángeles
expulsados, los demonios rechazados y los vampiros que morían con luz en su
corazón.
Itara llevaba un enorme tridente negro que
combinaba con sus vestiduras, de contextura ancha y musculosa, Itara era mucho
más alto que los arcángeles. Su rostro y demás extremidades dejaban ver grandes
cicatrices que recordaban a quienes las veían, las innumerables batallas que
había librado con todo tipo de seres a lo largo de su vida.
Cuando llegó frente a los dos arcángeles,
haciendo una reverencia, les habló. - Es un placer poder ayudaros. Pensé que se
demorarían un poco más en llamarme-.
- Esto
es sumamente grave Itara, sabéis por qué estáis aquí- replicó incómodo Gabriel.
– ¿Tienes a la criatura?
De forma burlona, Itara hizo un ademán a
su enorme lobo, que, agachándose, dejó ver el cuerpo de Ana sobre su lomo.
Miguel sorprendido, ¿preguntó – Es acaso
nuestro ser de Luz?, ¿cómo habéis logrado traerlo hasta acá?
Itara de forma complaciente, empezó a
explicar: - El Arcángel Gabriel me había informado ya sobre lo que estaba
pasando, así que he ido al portal del infierno donde estaban realizando el
ritual. Y todo ha salido, tal como me lo ha indicado - dijo mirando a Gabriel.
– La luz de vuestra criatura ha acabado con el heredero de Agarus. Y ella
lógicamente ha muerto también. –
- ¿Qué
pasará con el vampiro? – repuso Gabriel.
- He
hablado con ellos antes de venir hacia acá. - los arcángeles cruzaron miradas
nerviosas, Itara prosiguió.
- Agarus
y su mujer buscarán otro heredero a la élite. Los demonios que los acompañaban
trataron de llevarse el cuerpo del vampiro, pero se los he impedido. No les
servirá de nada, un alma de luz en el infierno. ¿Vosotros lo creéis? Dijo
sonriente – El cuerpo del vampiro se ha desvanecido. -
- ¿Cómo
es eso posible? Dijo Miguel. Gabriel, escuchaba de forma pensativa. Analizando
lo que decía Itara.
- La luz
siempre puede con la oscuridad, eso lo sabéis bien. – Cuando el vampiro murió,
la luz de su alma y su cuerpo, simplemente eliminaron la oscuridad que poseía,
que estaba en todo su ser. –
- Tiene
sentido -, repuso Gabriel. - ¿Y la criatura de luz? –
- En
estos casos, correspondería llevarla conmigo, debería pagar una condena
infinita en la oscuridad. –
- No ha
sido culpa suya. Nos hemos confiado demasiado y la dejamos sin protección en la
tierra. Es culpa nuestra. - Replicó Gabriel.
- Así es
-, dijo Itara. – y por esa situación, se la devuelvo. No la necesito conmigo
por ahora. Llévenla a la tierra y que sea sepultada como una humana junto a su
padre.-
- Así lo
haremos Itara. – contestaron al unísono los arcángeles.
El guardián se retiró, dejando atrás a los
arcángeles y a Ana, que ya había sido colocada en un ataúd.
- Nosotros
mismos la sepultaremos – Dijo Miguel. Es lo menos que podemos hacer por esta
alma indefensa.-
Esa
tarde llevaron el ataúd con Ana al camposanto donde estaba enterrado su padre,
en la tierra. Realizaron una pequeña ceremonia y los Arcángeles regresaron a
sus aposentos, convencidos de que todo había terminado ya.
- Que la
paz regrese a nosotros y a todos los seres del universo. – expresó Gabriel.
- Amén –
respondió el otro arcángel.
A tres
metros bajo tierra, el cuerpo de Ana yacía, todo era silencio y oscuridad. Los
sueños e ilusiones de una joven estudiante, se habían frustrado una noche al
encontrarse con un atractivo joven que solo buscaba terminar con ella. Y lo
había logrado, Ana había muerto.
… ¿o
no?...
Al dar
el reloj la media noche, Ana abrió los ojos, que ya no eran marrones, ahora
estaban teñidos de un rojo intenso. Sus uñas habían crecido sorprendentemente.
Ana sonrió. Unos hermosos colmillos se dejaban ver en su rostro.
- Esta
es mi historia y aún no ha terminado – dijo – mientras escribía con el filo de
sus largas uñas en la madera del ataúd donde se encontraba.
“Lunes, bajo tierra.
12.30pm.”
FIN.
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