Habían pasado días desde que Namael había rescatado a Ana y aún no despertaba. La esperanza de que lo hiciera se disipaba con el paso de los días, en cambio se acrecentaba la preocupación por lo que podría venir. Los vampiros no habían dado señales de estar en búsqueda del pequeño ser de luz, pero ese silencio prolongado solo podría significar que estaban preparándose para un ataque bien estudiado y con mucha estrategia. “Que dios nos ampare” – susurró Namael mientras se disponía a orar sujetando fuertemente una hermosa cruz de madera labrada y una desgastada biblia de portada roja. Al terminar, se preparó para visitar al Arcángel Gabriel, quien había enviado una invitación días previos. – Definitivamente es algo sumamente grave para que el mismo Gabriel haya pedido verme - pensaba para sus adentros en tono pensativo, en tanto se dirigía a los aposentos del Árcangel más poderoso de Dios.
La casa del Arcángel Gabriel, era una de
las estructuras más hermosas que jamás se hayan visto en toda la faz del
universo. Su monumentalidad y poder simbólico deslumbraban por la perfección de
su construcción y los detalles que poseía. La planta de este edificio tiene
forma de cruz, se distingue una nave principal y cuatro naves laterales
impecablemente simétricas. La fachada presenta tres grandes portales semi circulares
que preparan a los visitantes a un espacio interior absolutamente divino. El
primer pórtico ubicado a la izquierda, está consagrado a la batalla de los
ángeles contra los seres de la oscuridad, una batalla que se libró hace
millones de años cuando el universo apenas estaba creándose. El pórtico central
está dedicado a la jerarquía del cielo, se muestra a Dios como el ser más
importante, acompañado de la primera jerarquía formada por serafines, querubines y tronos. Sobre este portal se destaca un enorme reloj elaborado con fibras de oro amarillo que otorga a la fachada un brillo impresionante. El segundo grupo o segunda jerarquía está
formada por dominaciones, virtudes y potestades. Finalmente, la tercera
jerarquía, está conformada por los arcángeles, ángeles y principados. Estos
últimos son los protectores de la tierra y los seres más cercanos a los
humanos. El tercer pórtico (derecha) está dedicado a la creación del cielo.
Dios aparece como creador del mundo celestial, reinos, pueblos y demás
territorios que son propiedad del cielo.
En el interior del edificio, se
despliega un techo resuelto con bóvedas de crucería, que se forman al cruzar
dos arcos apuntados. Se observan doce columnas talladas en mármol que
representan a los doce servidores de Dios más importantes. Los muros interiores
contienen ventanales impresionantes que dejan entrar la luz a todo el recinto,
haciendo homenaje al mensaje “Dios es luz”, que se lee en el centro de la pared
principal. Todo el interior del edificio está cubierto por estructuras bañadas
en oro y plata. De hecho, las catedrales que conocemos fueron construidas
basadas en la arquitectura de la casa del Arcángel Gabriel, siendo la Catedral
de Notre Dame, la que tiene mayor similitud en la tierra.
Dos guardianes esperaban a Namael en el
interior del edificio, al verlo llegar lo guiaron hasta la sala principal. Frente
a la puerta del de la estancia, Namael se sintió mucho más nervioso, apretando
los puños, entró al lugar dispuesto a averiguar qué estaba pasando.
Dentro, el Arcángel Gabriel, se
encontraba sentado en un hermoso sillón de cedro, vestía un traje de lino
blanco y seda. De contextura delgada y fino rostro, su blanco semblante
mostraba inquietud. Cuando vio entrar a Namael, sus ojos celestes lo miraron
con una profunda preocupación, invitándole a sentarse frente a él, el Arcángel rompió
su tenso silencio.
-Gracias por venir, Namael. Cómo sabrás,
estamos preocupados por lo que está pasando con el ser de luz que acabáis de
rescatar y lo que eso implica para el mundo celestial y por supuesto para el
mundo de los seres de la oscuridad.-
Gabriel guardó silencio en espera de la
respuesta de Namael, que nervioso replicó.
-Sabía que no demoraría en enterarse su
excelencia. Hemos cuidado de Ana, sin embargo, ella aún se encuentra inconsciente.
Creemos que lo mejor es ocultarla en vuestros aposentos, si es que me lo
permite, para que se encuentre segura mientras acabamos con tan grande
conflicto -.
Gabriel observaba pensativo hacia la
ventana que despedía un hermoso brillo por la luz del sol.
-Podemos cuidar a vuestro ser de luz en
el mismo recinto de los querubines, si así los queréis. No es eso lo que me
preocupa en este momento. Mi temor mayor, es lo que esto significa para ambos
bandos-, Gabriel se puso de pie, mientras seguía explicando.
- Nuestro ser de luz ha tocado a un vampiro, pero no a cualquiera, es el hijo de Agarus, único heredero de la élite de los vampiros. Para nosotros sería muy sencillo terminar con el conflicto si pudiéramos negociar únicamente con los ellos -.
- ¿Y qué es lo que nos lo impide su
excelencia? – repuso Namael, expectante de la respuesta que daría el arcángel.
- Agarus es un vampiro muy poderoso,
además, es el único vampiro que tiene un pacto con Lucifer. Las fuerzas del mal
están unidas con un pacto de oscuridad de poderes impensables, lo cual nos
obligaría a enfrentarlos con todas las fuerzas celestiales-.
- Talvez podamos resolverlo antes de que
se compliquen las cosas, si buscamos a Lucifer y pedimos que se reserve de
apoyar a Agarus, podría ser una salida - propueso Namael.
- Es demasiado tarde mi querido Namael,
Lucifer ha recibido el mensaje de Agarus y ha aceptado apoyarlo, ahora mismo se
preparan para ir en búsqueda del ser de luz, si es que no salieron ya. – Gabriel
lanzó un suspiro mientras culminaba diciendo: - La guerra ha comenzado. Nos
veremos enfrentados a Lucifer nuevamente. Debemos prepararnos.
- ¿Qué pasará con los dos jóvenes? –
preguntó preocupado Namael.
- En esta batalla, sólo uno puede ganar, todo culminará con la muerte de uno de ellos. Y cuando eso pase, se decidirá el
futuro de ambos reinos. Ve a preparar a tus arcángeles más poderosos. La
criatura se quedará aquí, mandaré a traerla esta misma tarde-.
De regreso a sus aposentos, Namael pensaba
en todo lo que acababa de escuchar. Era más grave en verdad, ahora Lucifer
estaba involucrado en todo y eso complicaba todas las soluciones posibles para
que ambos seres pudieran vivir.
Esa misma noche, al otro lado del mundo,
se encontraban ya cientos de demonios y vampiros en el castillo de Agarus, al
mando de Azrael, Belcebú y Astaroth, los generales principales de Lucifer, todos
estaban a punto de ir en busca de Ana.
- Debemos terminar con esa despreciable humana – repuso Agarus. – El destino de mi descendencia y la suya está ahora en sus manos. Antes del amanecer nos vemos en el portal del infierno para culminar el ánima nexum de mi hijo y acabar de una vez por todas con esta ridícula batalla que hemos iniciado-.
- No te había visto tan nervioso- dijo en tono Burlón Belcebú, mientras soltaba una carcajada mirando a los otros dos demonios. – Déjanos esto a nosotros Agarus, hace tiempo queremos deshacernos de los ángeles y arcángeles. Nosotros más que nadie queremos acabar con las fuerzas del cielo. Nuestro señor Lucifer, está encantado de poder ayudarte, siempre que cumplas con la parte del trato-.
- Así lo haremos -, contestó Agarus en tono serio y decidido. – Ahora ¡váyanse de aquí! que el olor a azufre me desagrada-, dio media vuelta y desapareció entre las sombras del castillo.
Los tres demonios avanzaron rápidamente a los aposentos de Namael, quien ya se esperaba su llegada y había dispuesto a su ejército en la puerta del lugar.
En
cuestión de minutos, una batalla dio inicio en el cielo, ángeles y demonios se
enfrentaban, luz y oscuridad luchaban nuevamente por demostrar quiénes son los
más fuertes. Espadas y escudos, unos contra otros acababan poco a poco con el
ejército que se confrontaban.
Namael
se enfrentaba a Azrael, sin duda eran seres extraordinariamente poderosos, uno
tras otro iba y venían los ataques del ángel y del demonio. Finalmente, Azrael,
con el alma más oscura y llena de odio, clavó su espada en el corazón de Namael,
muriendo así el ángel y poseyendo el demonio la forma de éste.
Mientras
el resto seguía luchando, y al percatarse que Ana no estaba en aquel lugar, Azrael,
en forma de ángel se dirigió a la casa del Arcángel Gabriel. Fue muy fácil
vencer a los guardianes que habían dejado en la puerta, así que pudo encontrar
el cuerpo de Ana en la recámara principal. Inmediatamente tomó el débil cuerpo
y se dirigió hacia el portal del infierno para encontrarse con los otros
demonios y Agarus que se encontraba impaciente en el Castillo de Transilvania.
Mientras
se alejaba de la Casa del Arcángel vio tras él a Gabriel intentar volar sobre
sus pasos, sin embargo, fue demasiado tarde y logró perderlo de vista.
- ¡Se ha terminado todo! – gritó Azrael. Belcebú y Astaroth se unieron a él entre palmas y vítores. – ¡Lo hemos hecho excelente!, ¡ha sido demasiado fácil! – replicaba Astaroth.
Al llegar Agarus con Fabio entre sus brazos y junto a Mara, se dispuso a colocarlo sobre una pesada piedra que habían acomodado para hacer el ritual del ánima nexum. Fabio había empezado a sentirse mal y su salud había empeorado los últimos días, poco a poco fue perdiendo sus poderes y la única esperanza era culminar el ritual esa fría noche.
CONTINUARÁ….
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