Al terminar el otoño, en la fría Transilvania, cuna de los vampiros de la dinastía del Conde Drácula, justo la penúltima noche de luna llena, los jóvenes vampiros salían al mundo de los humanos para el ritual llamado "anima nexum", que consistía en encontrar un humano con el que hagan conexión y alimenten su alma con parte de su sangre. La conexión que debían entablar no era tan simple como parecía, primero debían encontrar a un humano que logre reconocer su poder y vea la oscuridad en sus ojos, finalmente debían luchar contra su ángel de la guarda y beber la sangre del humano antes de las 3.30 am, hora en que las puertas de la oscuridad se abrían y los demonios salían de las tinieblas. Si pasaban de esa hora, el vampiro perdía su pasaporte a Transilvania y se convertía en un esclavo de Lucifer por el resto de sus días.
Esa noche, el vampiro más joven de todos, Fabio, se preparaba para el ritual. Mientras se colocaba el traje que su madre le había llevado desde Inglaterra, repasaba en su mente los pasos que debía seguir. -"No debe ser tan difícil"- pensó, -"Ubicar, reconocer, luchar, beber. No cometeré el error que el imbécil de mi tío Franco hizo, dejar vivir al ángel de la guarda de su víctima humana. ¡ja! Claro que no!, soy el mejor, siempre lo he sido y así será esta noche"-. Fabio salió junto con los demás vampiros, convertidos ya en murciélagos, otros en lobos y algunos más atrevidos, en su forma misma de vampiros.
Al llegar a la ciudad, a Fabio le llamó la atención un pequeño café que estaba en la esquina de una avenida muy poco transitada, la luz del lugar era tenue, sonaba de fondo la Novena sinfonía de Bethoveen y el olor a libros viejos y nuevos invadía el lugar. Al fondo, en una pequeña mesita, estaba sentada una jovencita muy delgada, llevaba el cabello recogido y usaba unos enormes anteojos que resaltaban el marrón de sus ojos que se perdían entre las páginas del libro de Bram Stoker (Drácula) que tenía entre sus pequeñas manos.
-"Ella es, es la indicada, y su cuello calzará perfecto entre mis sedientos colmillos"- pensó Fabio, mientras se acercaba a paso seguro hacia la mesa de su joven víctima.
-"¿Te gustan las historias de vampiros?"- le preguntó a la joven mientras se sentaba sin pedir permiso en la silla donde estaba su cartera. La joven sobresaltada levantó la mirada y casi tartamudeando respondió: "Sí, un poco, la oscuridad de sus historias me gusta mucho. Hola, me llamo Ana.", dijo esbozando una pequeña sonrisa hacia Fabio. El joven vampiro, hizo lo propio:
-"Hola, perdón por no presentarme antes, me llamo Fabio, me permites acompañarte en esta noche tan...especial"?. -"Claro que sí"- respondió Ana, y sentía como se le hacía un nudo en el estómago al tiempo que descubría la belleza del joven que tenía sentado frente a ella.
Ciertamente, Fabio era el vampiro más apuesto de los jóvenes que habían salido esa noche, su cuerpo ejercitado, su rostro perfecto, sus profundos ojos negros.
Al terminar el café, después de un rato de conversaciones del mundo de los vampiros y las historias que se contaban sobre ellos, Fabio empezó a identificar al ángel de la guarda de la joven, que los miraba atentamente desde el otro lado del café. Los Ángeles de la guarda eran enviados de Dios para cuidar a los humanos, y no podían dejarse ver, a menos que su humano esté en peligro, como el caso de Ana ahora.
"-¿Me das un momento? Voy a los servicios" le dijo Fabio a Ana, y mientras caminaba envió la invitación a reto a su ángel de la guarda.
Ambos seres se enfrentaron en las afueras del café, y cuando lo hacían, el tiempo se paró, los relojes se estancaron, porque el mundo de los humanos no podía afectarse con las acciones de otros seres que estuvieran de visita en la tierra.
Fabio venció muy fácilmente al ángel de la guarda de Ana, y caminó desafiante a buscar a su víctima de nuevo en el café.
Cuando regresó al lugar, Ana lo estaba esperando, mientras caminaba hacia ella, sentía cómo su atención se concentraba en todo él, y se dio cuenta que hicieron conexión cuando sus ojos y los de ella hicieron contacto por un momento, sus cuerpos se estremecieron, la naturaleza de ambos seres descubría la identidad real uno del otro.
Fabio se sentó junto a ella, ya no había clientes en el café, el dueño estaba cerrando las puertas, era el momento de atacar a su víctima y lograr el ritual de la noche.
Cuando estaba acercándose a Ana para plantar sus colmillos en su casi perfecto cuello, ella lo besó, y Fabio, al contrario de retroceder, disfrutó cómo sus labios tan suaves se hacían uno con los suyos, sus ojos se unieron en una galaxia de adrenalina, sus manos tocaron su rostro y su cabello, y le gustó, y le asustó. Le dio miedo sentir tanta tranquilidad con aquel beso, que tuvo que salir apresurado del lugar.
-"Mierda! Esto no puede estar pasando, maldita sea! He fallado en el ritual!"- gritaba enojado Fabio mientras regresaba a Transilvania.
Cuando llegó al castillo, se encontró con su madre en el pasadizo, y se acercó a abrazarla, contándole lo frustado que se sentía por no haber completado el ritual.
-"Tranquilo mi amor, puedes intentarlo en el otro otoño, aún tienes tiempo. No deberías preocuparte por eso, en todo caso, lo que me asusta en este momento, es qué tanta luz tenía esa muchacha en su alma-"
"-Por qué lo dices mamá-" respondió Fabio, y su madre con la mirada perdida hacia la luna llena de la noche señaló:" Cuenta la leyenda que cuando un vampiro besa a un humano se queda con él una parte de su alma. El vampiro únicamente sabrá si esa persona tenía el alma llena de luz o era un alma oscura, vacía; sólo hasta que pase el tiempo y su esencia vampirezca se empiece a perder y se debilite poco a poco. El alma de los vampiros no puede tocar la luz, porque son hijos de las tinieblas y la oscuridad, son espíritus sedientos de sangre, criaturas que vuelven de la muerte por el elixir de la vida. En la época medieval, un vampiro servía como explicación simbólica de la peste, el vampiro sigue siendo actualmente un símbolo del mal y una forma de responder ante la angustia de la muerte"
Cuando terminó de hablar, la madre de Fabio lo abrazó fuertemente, sabiendo que sólo había una verdad hasta ese momento, los ángeles de la guarda de los humanos con el alma llena de luz, son los más débiles, porque no requieren luchar contra el pecado o los demonios, por el simple hecho que su humano ya tiene luz en su alma y en su corazón....
CONTINUARÁ...
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